Por Verónica Osorio, Ejecutiva de Cuentas Senior en Strategika

Las vacunas contra el Covid-19 son el gran descubrimiento científico del año 2020 según reportó hace unos días la revista Science, que destacó tanto las fórmulas que fueron inventadas como la velocidad récord con la que fueron desarrolladas. Sin duda, un reconocimiento merecido a todo el grupo de profesionales de la salud que se ha puesto al servicio de la humanidad para enfrentar la pandemia y que deberá seguir al frente con las investigaciones para descifrar las variantes y mutaciones de un virus que se resiste a darnos tregua hacia 2021.

Pero, así como los porfiados que insisten en no respetar las mínimas medidas sanitarias o en realizar fiestas masivas en plena crisis, por años a Chile también le ha costado entender que es relevante el aporte decisivo en el área de Investigación y Desarrollo, y que el impulso de la ciencia como pilar estratégico desde las autoridades es crucial para el país como visión de futuro. Por eso, ad portas de finalizar un complejo 2020 y de la llegada de las primeras dosis de vacuna contra el covid-19, una de las principales lecciones que nos debe dejar la pandemia es la importancia de incentivar políticas que permitan una mayor inversión y generar las mejores condiciones para profundizar en la investigación clínica y el desarrollo científico, sin desviar ese enfoque por temas coyunturales.

Hasta la fecha, es conocida la baja inversión y presupuesto que se destina a la ciencia, tecnología e innovación; la falta de políticas de largo plazo y el escaso aporte del sector privado para financiar este tipo de iniciativas. Junto con ello, la frustración de la comunidad científica por el casi nulo avance en estas materias también se ha hecho patente y muchas veces luego de formar parte de múltiples comisiones de Gobierno sus propuestas han sido desechadas, tal como lo expresaron ya en 2015 en la Carta abierta de científicos chilenos “Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia”.

En el actual contexto en que el desarrollo científico debe primar, se suman decisiones de recortes para la ciencia y la formación de capital humano como la eliminación de la convocatoria 2021 a las Becas Chile, que financian los estudios de posgrado de investigadores en las mejores universidades en el extranjero. “Todo lo que sabemos hoy sobre el Covid-19 es gracias a las ciencias e investigación”, reclamaban los investigadores al conocer la noticia, junto con precisar que los estudios también buscan aplicarse en temas como desarrollo sustentable del país, adaptación a la crisis climática y avances en el tratamiento de otras enfermedades.

Otro sector que debe empujar el desarrollo científico es el poder legislativo. Durante 2020 hubo varias tramitaciones de proyectos de ley que permitieron no sólo avanzar en un marco regulatorio en temáticas como los ensayos clínicos que se realicen en épocas de pandemia, sino también abrir la discusión desde la mirada política para recibir la visión de agrupaciones de pacientes, académicos, gremios y expertos que permiten considerar los distintos puntos de vista de la comunidad.

La sociedad exige que la información esté basada en el conocimiento y la toma de decisiones de las autoridades debe realizarse considerando la información científica. Es relevante que esa data e investigación se genere desde Chile e incluya el aporte de instituciones académicas y especialistas locales. Por ello, es imperativo que las decisiones de las autoridades se adopten desde esa perspectiva, con mirada de largo plazo y se dispongan los recursos económicos para que el país consolide un liderazgo en materia de investigación y los desafíos futuros en ciencia e innovación consideren el anhelado salto que los expertos y la sociedad en su conjunto aspiran para este sector.