Por Felipe Indo, Ejecutivo de cuentas Senior
Es cierto cuando se comenta que las “crisis” están directamente vinculadas a un consecuente “cambio”, así como también estas etapas -que por cierto sufren todas las sociedades- nos dan a todos la oportunidad de repensar las cosas que estamos haciendo mal para reformular nuestras estrategias y así poder cambiar el rumbo de acuerdo con los objetivos y metas que realmente nos proponemos como sociedad. En este sentido, la actual crisis político / social por la que atraviesa Chile es realmente una oportunidad para que nos sentemos a revisar nuestra disposición, actitud y políticas públicas frente a los adultos mayores, más allá de una mera rebaja de la tarifa que este grupo paga en el transporte público -lo que, por cierto, también aporta-.
Hoy, Chile es el país más envejecido de Latinoamérica y el segundo más “viejo” de América, mientras que se proyecta que al año 2023 las personas mayores de sesenta años van a superar a los niños menores de catorce. Chile está viviendo un envejecimiento acelerado; los índices de este envejecimiento esperados para el 2023, los logramos alcanzar en 2018. Porcentualmente el grupo de personas que más crece en la población chilena son las personas mayores de setenta y cinco o y cercanas a los ochenta años, grupo etario que ya suma medio millón de personas y que tiene alrededor de cinco mil centenarios a la fecha.
Sin embargo, estas cifras no son negativas en sí, por el contrario, nuestro envejecimiento significa que lo hemos hecho bien en materia de salud y salubridad en condiciones ambientales, pero ahora el desafío para el país es otro, y tiene más que ver con que logremos, como sociedad, que vivir en Chile durante la tercera edad sea digno y un motivo de orgullo.
Es verdad que se han alcanzado logros, como la abolición parcial de la ley de Isapres que discriminaba por edad para aplicar los factores de riesgo, lo que constituyó un hito de no discriminación para con las personas mayores. Pero los desafíos aún son enormes para nuestra sociedad. Así como hoy discutimos en torno a los derechos humanos, a los derechos de los niños y de las mujeres, se hace menester también volver a darle voz a la tercera edad, para, alguna vez, centrarnos en sus necesidades, sus deseos y los problemas que aquejan a la gente mayor.
Por ejemplo, hoy se apela a la voluntad de las autoridades en distintos congresos de la materia para desarrollar una instancia que agrupe intersectorialmente a los geriatras del país, con el objetivo de encontrar respuestas a través de políticas públicas a un estado comprometido en dar soluciones a las personas mayores, pero que aún no logra entregarlas (Chile firmó un convenio marco vinculante que obliga a respetar los derechos de las personas mayores).
Una buena forma de comenzar a agrupar y abordar estos desafíos es que Chile cuente con un Instituto Nacional de Envejecimiento, en donde puedan trabajar los doctorados o post doctorados en materias geriátricas de las distintas universidades, o en donde existan también instancias para compartir el conocimiento que nos permita, como sociedad, ofrecerle dignidad y una mejor calidad a nuestros adultos mayores.
Por otra parte, también ha sido planteado por la sociedad geriátrica del país la posibilidad de entregarle un mayor poder ejecutivo al Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), organismo que hoy básicamente se dedica a la administración de recursos para los clubes de la tercera edad, pero que no cuenta con una política centrada en dar una respuesta integral.
Otra idea que ha sido planteada es la de crear una subsecretaria de la tercera edad, que se encargue de regular y supervisar el funcionamiento de las redes de salud, atención y apoyo a la tercera edad, muchas veces “dejadas a su suerte”, y que, además, también promueva el diseño de políticas, normas, planes y programas para este grupo etario.
En octubre, María Eugenia Chadwick, directora de salud municipal de Recoleta, comentó en un seminario de la U. de Chile lo que ha sido la experiencia de la teleasistencia que ofrece la municipalidad a la tercera edad; un programa de acompañamiento para adultos mayores que viven solos y que tiene como objetivo brindar atención directa e inmediata a través de un equipo de profesionales. Lo que más destacó de su relato es que, más allá del aporte que significa esta iniciativa en términos de atención oportuna a quien la necesita, lo que más agradecen los usuarios es la oportunidad de tener a alguien con quien hablar. “Son muchos los adultos mayores que llaman porque se sienten solos y necesitan conversar”, explicó Chadwick, lo que nos enfrenta a otro desafío para nuestra sociedad, y que tiene que ver con la compañía y sentido de pertenencia que le ofrecemos a nuestros adultos mayores.
Otro punto importante para acercarnos a una sociedad moderna y desarrollada, es que primero tenemos que pensar una comunidad, y ciudades, que sean capaces de cubrir las brechas intergeneracionales. La no discriminación por edad implica asumir y respetar que los adultos mayores son una fuente de experiencia, y no una “carga para la comunidad”. En este sentido, estaremos enfrentando el desafío de no estigmatizar a nuestra tercera edad por medio de la generación, por ejemplo, de oportunidades laborales o espacios de emprendimientos para ellos. Quizás, incluso, emprendimientos intergeneracionales en los que puedan participar tanto adultos mayores como jóvenes, donde cada uno pueda aportar desde su área de conocimiento.La discriminación por edad es tan nefasta como el racismo. Por lo que es otro claro desafío que tenemos que superar, desde el ámbito de la familia hasta la esfera empresarial. Hoy tenemos la oportunidad de erradicarla por medio de las futuras generaciones, porque ellos mismos nacieron en un país ya envejecido. Por esto, visibilizar positivamente a nuestra tercera edad (más allá de spots comerciales de suplementos alimenticios), por medio del periodismo, la publicidad e incluso las mismas leyes, es una forma de comenzar a abordar los enormes desafíos que nos presenta una sociedad chilena que pronto se comenzará a reconocer así misma como “vieja”, y que podría sufrir las consecuencias de no haber abordado el tema de forma oportuna.